Estamos en la U.E. La Esperanza, en donde trabaja. Mientras conversamos, no hay niño que no se acerque a saludarla con cariño. Ya han transcurrido 22 años desde que comenzó en la docencia. Y si bien es cierto que le falta poco tiempo para jubilarse, no piensa hacerlo de momento.
Lisbeth Petrocelli es uno de eso talentos producidos en El Tigre. Dentro de su filosofía de vida aplica muy bien aquella frase de Platón “La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”, de hecho, continuamente ejercita a ambos con excelentes resultados.
Todo menos el rock
Quienes conocen a Lisbeth Petrocelli, saben lo que ella disfruta subirse a un escenario y compartir lo que sabe hacer. También reconocen lo dedicada que es dentro de un aula de clases como docente. Desde niña siempre quiso ser artista y a su manera, lo ha logrado. Por ello está agradecida de Dios, por sobre todas las cosas.
¿Cómo comienza esa pasión por la música?
A pesar de que era muy introvertida, de padres muy estrictos, yo quería ser artista. A veces mi mamá me decía, “qué sabes tú si un día de esos cuando seas grande, aprendes música y enseñas”.
Yo le decía en ese entonces que yo sólo era una alumna. Mi papá al ver mi inquietud, me inscribe en la academia de música de la Yamaha que se instaló en El Tigre (…).
Yo comencé desde el año 1975 las clases a nivel académico, pero desde los seis años empecé tocar el teclado, sin clases ni nada, solo por oído, me ayudaba mi hermano que era músico también.
Por lo visto resultó ¿Fue una premonición de tu madre?
Ja, ja, ja. Sí, la verdad es que sí. Estando en la academia, mis docentes que me estuvieron preparando, entre ellos la profesora Preciosa Ucha y Juan González, a quienes les agradezco mucho porque confiaron en mí, me dieron la oportunidad de dar clases ahí.
Me trasladan de El Tigre a Puerto La Cruz , para estudiar al mismo tiempo en la academia Musiyama Oriente, en donde me gradúo como músico.
¿Satisfacciones por pasar de alumna a maestra y no la artista que pensabas ser cuando chiquita?
Claro, muchísimas. Yo digo que poco a poco, Dios le tiene las puertas abiertas a uno, cuando uno disfruta de lo que hace.
Esas ganas de poder trasmitir, de estar en un escenario, por el hecho de gustarme, no por ser famosa ni nombrada, las he logrado. Me siento satisfecha de haber hecho lo que yo he querido; de transmitir la música, de ser músico, de que otros reconozcan mi trabajo. Qué orgullo para un docente cuando un alumno le reconoce al docente de que ha aprendido. Yo digo que yo he logrado todo. No importa que yo no haya estado en la televisión nacional, pero sé que a donde voy, la gente me reconoce.
¿Siempre con el folklore?
Siempre con el folklore, toco de todo, pero me gusta más la música popular. Yo respeto todos los géneros, pero yo era la que tocaba los merengues, los pasodobles. En la academia cada quien tenía sus géneros. Yo estaba como actualizada, tocaba la música que estaba de moda, excepto el rock.
A mi hijo le gusta el rock y toca la guitarra eléctrica y todo, pero a mí no me gusta, lo respeto, pero no me gusta.
Con todo por los 100 metros planos
A pesar de tener apellidos de origen italiano y francés, Lisbeth Petrocelli tiene sus raíces en Guayana, específicamente en El Callao, de donde son sus padres. Dice sentirse completamente criollita.
En El Tigre estudió su primaria en el I.P. Simón Bolívar, el bachillerato en el Colegio San Antonio, mientras que sus estudios superiores los hizo en el Instituto Isaac Newton, la Misión Cultura y la Unefa ; licenciada en Educación, Desarrollo Cultural, con postgrado en Recursos Humanos. Hoy está estudiando Contaduría enla Universidad Nacional Abierta.
Además de la música ¿qué otras actividades te gustan?
A mí me encanta leer. Me gustan los libros de autoayuda. Leo de madrugada.
¿Novelera?
No, ni en la tele. Más bien veo películas. Sobre todo las de detectives. Me gusta que tengan misterio y acción.
Pero también escribes…
Ay sí, me gusta escribir. He escrito poemas como para un libro, pero ahí han quedado, como para mí, en eso sí he sido bien egoísta, me estoy dando cuenta ahora. Incluso estoy escribiendo mi autobiografía de lo que es un verdadero artista, porque a veces el verdadero artista oculta lo que es su vida personal, no dice lo que ha logrado.
¿Y qué pasó con el atletismos?
Ja ja ja. Eso fue cuando estaba joven. Con Juan y Rosita Facendo estuve 5 años representando al Colegio San Antonio en atletismo. Yo participaba en velocidad, ojo, no en resistencia; 100 metros planos, 150 metros planos, con obstáculos, salto alto, salto largo, lanzamiento de jabalina. También jugaba básquet y voleibol. Ahora sólo camino, me gusta caminar mucho.
“El verdadero artista es humilde de corazón”
Lisbeth comenzó tocando el órgano, luego aprendió piano y teclado. También toca el cuatro, aunque su fascinación en la actualidad, gira en torno a los instrumentos de percusión.
Para ella, enseñar lo que sabe hacer, más allá de las aulas y los escenarios, la llevó a valerse de los medios de comunicación. Una columna en los periódicos, un programa de radio: “Cajita Musical” y otro en la televisión; “Rescatando Nuestro Folklore”, le han servido de vía para impulsar los talentos que se producen en la zona.
¿Cómo empezó a gestarse esa movida de los parrandones?
En el año 94 yo comienzo a llevar conciertos de piano a las escuelas públicas. Así estuve un tiempo hasta que un grupo de personas nos unimos, y en el año 99, las instituciones empezaron a trasladarse al Complejo Cultural Simón Rodríguez para hacer todos los años este encuentro de parrandas.
Ya es como una hermandad, en donde los músicos nos unimos.
Siempre se habla de la necesidad de formar semilleros ¿En El Tigre esa tarea se está haciendo?
Yo creo que siempre se ha hecho. Aquí hay excelentes maestros. Fíjate que aquí muchos talentos y no digo solamente El Tigre.
En Venezuela tenemos muchos talentos, y hay que saber valorar a esos talentos y no sólo en lo que a música se refiere, sino también en las artes plásticas, escultores, actores.
Lo que pasa es que a veces no se les ha dado la oportunidad a esos grandes talentos. Hay que tener suerte para poder llegar a donde debemos estar y que sepan valorarlo.
Pero ese no es tu caso…
Yo me caracterizo por ser una persona humilde, humilde de corazón, me gusta ser muy servicial, tengo mucha empatía, me pongo siempre en el lugar del otro. Me gusta hacer todo el bien posible, porque creo en un Dios todopoderoso, y le doy gracias porque mucha gente valora mi trabajo. Lo que hago, lo hago por vocación, porque me gusta.
El día en que yo no disfrute hacer lo que hago, hasta ese día llego con lo que estoy haciendo.
VELOCISTA
“Con Juan y Rosita Facendo estuve 5 años representando al Colegio San Antonio en atletismo. Yo participaba en velocidad, ojo, no en resistencia; 100 metros planos, 150 metros planos, con obstáculos, salto alto, salto largo, lanzamiento de jabalina”.
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