martes, 18 de mayo de 2010

Educadores del Sur

La Maestra Fita

“Cuando prosperan las escuelas, todo progresa”
Martín Lutero (1483-1546)
Teólogo alemán que inició la Reforma protestante.

En la década de 1920, los pueblos más importantes de Anzoátegui eran, Barcelona, capital del estado, Aragua de Barcelona, que poseía el único liceo del estado y el Cantón del Pao de Barcelona. En el pueblo del centro, nació el 5 de diciembre de 1921, la maestra Josefa María Salazar de Areyán, conocida popular y familiarmente como la “Maestra Fita” Estudió toda la primaria en la escuela “José Ramón Camejo” y cuando iniciaba la secundaria en el liceo Guzmán Lander, ante la escasez de educadores que había en la época, fue contratada como maestra, para que se encargara de la escuela “Federal 1.202” que funcionaba en el caserío “Santa Bárbara” un poco más adelante del pueblo de “La Canoa”, en el municipio Independencia. Inició sus funciones 05 de octubre de 1.938 y concluyó el 30 de junio de 1.945, ya que la escuela desapareció por falta de alumnos, cuando los habitantes emigraron y hasta el caserío se extinguió. Cada vez que viajaba de su sitio de trabajo a visitar sus familiares en Aragua de Barcelona se tardaba 2 días en un camión del señor Vicente Flores que le cobrara 5 bolívares por el costo del pasaje.

En el año 1.939, la escuela que estaba enclavada en la sabana, fue arropada por un pavoroso incendio y Don Leonardo García, vecino del lugar, le alquiló al estado una parte de su vivienda, la escuela siguió funcionando en ese sitio, hasta que fue eliminada en el 1.945. La maestra Fita, que había llegado a ese caserío con apenas 18 años, ya contaba con 25 años y cuando nota que no la llaman para reubicarla se dirige a Barcelona, le dice al supervisor escolar, que como es posible que después de dejar parte de su juventud en ese remoto caserío, la dejen cesante y ni siquiera la tomen en cuenta. Es enviada a la escuela Federal número 42 que funcionaba en Mapire, una escuela para niñas y transcurrido un año renuncia para contraer nupcias con don Julio Cesar Areyán y venirse a vivir a El Tigre donde su esposo trabajaba para la Mene Grande Oil Company, fijaron residencia en una casa que le alquilaron a Andrea Alcalá en la calle Carabobo Nº 5 donde vivieron por espacio de un año, para luego pasar a Campo Oficina donde la Compañía le asignó vivienda a don Julio. Están entre los primeros pobladores de El Tigre y residentes del Campo Oficina.
Después de dos años, se mudaron a Campo Sur, en San Tomé, donde se establecieron por espacio de 20 años, Tres año tenía “La Maestra Fita” separada del sector educación y en ese tiempo buscó ingresar de nuevo y el 01 de octubre de 1949, es asignada como maestra en la escuela Federal “Alirio Arreaza” en San José de Guanipa donde estuvo hasta 15 de septiembre de 1953 cuando la ubican en el Grupo Escolar José M. Cova Maza e inicia sus labores ese mismo año escolar que se inició el 16, cargo que ejerció hasta 31 de octubre de 1960. El 01 de noviembre es nombrada, por recomendación de su amigo personal el maestro Luís Beltrán Prieto Figueroa como sub-directora del Grupo Escolar “Estado Trujillo” en El Tigre, de donde es jubilada el 03 de febrero de 1970. Fueron 42 años en las aulas que le permitió darle clases a una buena parte de todas las iniciales generaciones de los primeros nacidos de las incipientes ciudades de El Tigre y El Tigrito que nacieron al calor de la industria petrolera. Muchos profesionales diseminados en toda Venezuela pasaron por las expertas manos de la “Maestra Fita” que inició su carrera como autodidacta y con el correr de los años obtuvo su titulo de maestra graduada, también asistió y aprobó todos los cursos de actualización que se dictaron durante su larga y dilatada trayectoria como educadora. Toda una institución de la educación.
Cuando la maestra Josefa María Salazar fue enviada a Mapire en el año 1.945, vivió en la casa de Anita Pérez de Barrios, a la sazón esposa del jefe del telégrafo y como ya poseía residencia en El Tigre, exactamente al final de la calle Carabobo, venía regularmente dónde tenía muchas pertenencias incluyendo su mascota un perrito Pekinés. En uno de esos viajes de fin de semana, mientras limpiaba la casa, el perrito se salió a la calle y venía pasando el joven Julio Cesar Areyán al cual empezó a ladrar. La joven “Maestra Fita” lo agarró y le gritó “Cuidado ese hombre tan grande te da un puntapié y te mata” no se saludaron, a penas se vieron, pero el amor es el amor y a los pocos días estaba don Julio visitándola en Mapire y como las visitas de pretendientes o novios eran dirigidas, la señora Anita Pérez de Barrios que la cuidaba como la niña de sus ojos, permitía las visitas a las horas convenidas y con una mesa de por medio, a pesar de eso fue un corto noviazgo. El 31 de diciembre de ese mismo año contrajeron nupcias. Tienen 62 años de feliz matrimonio, 7 hijos, 11 nietos y 5 bisnietos. Una guará, diría un barquisimetano.
Don Julio Cesar Areyán, estuvo empleado 30 años en la industria petrolera, se retiro por motivos personales, no obtuvo la jubilación y tampoco ha logrado la pensión del Seguro Social Obligatorio, porque no aparecen las cotizaciones y para colmo de males la “Maestra Fita” a dura penas logró le reconocieran la jubilación por el Ministerio de Educación y nunca ha podido obtener la pensión del Seguro Social Obligatorio, ya que tampoco aparecen las cotizaciones respectivas. En este país de injusticias, donde no hay un sistema de seguridad social, encontramos estos casos dignos del libro de record Guinnes. ¿Quién no conoce a la “Maestra Fita”? ¿Quién o quienes no pueden dar fe de su sacrificada, larga y dilatada trayectoria como formadora de juventudes? ¿Merece o no merece la pensión del SSO? Las autoridades competentes tienen la obligación de corregir estás fallas que desdice mucho de la sensibilidad de nuestras instituciones públicas y gobernantes de turno para con los adultos mayores que dieron lo mejor de su vida para trabajar por el desarrollo y engrandecimiento de nuestro país.
No hay un ápice de dudas. Con la “Maestra Fita” prosperaron las escuelas, todo mejoró, muchos ascendieron y ella ascendió solamente en su crecimiento personal y en cumplimiento a cabalidad de su ciclo vital en la educación y en la formación de juventudes, empero, en lo económico y en la justicia social, la nación tienen una gran deuda con ella, su esposo y su honorable familia. Interpretando un sentir colectivo, podemos decir que en el caso de los esposos Areyán-Salazar, hay que quitarse el sombrero y decir en alta e inteligible voz “Honor a quién honor merece y justicia a quien justicia merece” No olvidéis. Nunca es tarde.
 
Escrito por José "Cheo" Salazar

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