Lic Rosa
Rodriguez Jaén . Profesora Universitaria
Todos los bebés aprenden a hablar su lengua materna en poco tiempo y
en forma notable, sin enseñanza formal, pero cuando ingresan al preescolar
comienzan a tener dificultades especialmente con la lengua escrita, a pesar de
recibir enseñanza de maestros diligentes que utilizan materiales costosos y
sumamente elaborados. Muchas tradiciones escolares parecen haber obsctaculizado
el desarrollo del lenguaje. En nuestro afán por hacerlo más fácil lo hemos
hecho difícil¿Cómo? fragmentando el lenguaje integral en trozos pequeños, pero
abstractos, convirtiéndolo en palabras, sílabas y sonidos aislados.
Transformamos el lengyaje en una serie de abstracciones sin relación con las
necesidades y experiencias de los niños y niñas que pretendíamos ayudar. En sus
hogares los niños y niñas aprenden el lenguaje oral sin que nadie se lo parta
en pedacitos, por lo tanto hay que mantener el lenguaje oral en su forma
integral y estimular a los niños y niñas a usarlo de manera funcional, guiados
por propósitos personales para satisfacer sus propias necesidades. Se trata de
poner a un lado los textos seriados de lectura, así como los programas de ortografía
y los cuadernos de caligrafía. Así mismo se invita a los niños y niñas a
itilizar el lenguaje, incitándolos a hablar de las cosas que necesitan
entender; se les muestra que está bien hacer preguntas y escuchar las
respuestas, se les sugiere que escriban acerca de lo que les sucede para que
puedan reflexionar sobre sus experiencias y compartirlas con otros, se les
estimula para informarse, manejar la palabra impresa que los rodea por doquier
y para disfrutar de una historia. Cuando la escuela divide el lenguaje en
trozos pequeños, el sentido se convierte en un misterio absurdo. Cada fragmento
abstracto que se aprende, pronto es olvidado a medida que los niños y niñas
pasan al siguiente fragmento. Al final consideran que la escuela es un lugar
donde nada tiene sentido. Es por esto que el aprendizaje del lenguaje es fácil
en el mundo real, y al contrario, frecuentemente dificil en la escuela, donde
también debería ser fácil.
Rosa Esperanza Rodriguez Jaen
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