La Virgen de las Arrugas

Juan Manuel Muñoz "Moriche"    
juanmanuelmoriche@hotmail.com
www.diarioantorcha.com/noticias/detalles/detalles.asp?id=56112

 

EN UN PAIS COMO EL NUESTRO, en el que escasean los valores y desaparece el respeto por nuestros mayores, en un país donde falla la querencia por los más viejos, en un país donde las canas son víctimas de los tintes y de la discriminación, en un país donde la ancianidad en vez de ser un orgullo, es una carga, un oprobio; en un país donde a los viejos no se les respeta por aquello de la brecha generacional; es una gloria, es honroso y es un deleite que una mujer como Octavia Vidal de Sáez haya arribado hoy a 100 años de edad, a cien años de vida fructífera, a cien años de brega, de trabajo fecundo, a cien años de riego permanente de amor, primero a su único hijo, y luego a sus nietos y bisnietos y tataranietos y a sus amigos y a los amigos de su hijo, cual es mi caso, razón por la que celebro con ellos esta fecha grandiosa y significativa.

OCTAVIA MARIA VIDAL, nació en Tucupido, estado Guárico el 21 de junio de 1.910, en los inicios de la era gomecista, tiempos de una Venezuela rural acostumbrada al mesianismo de los caudillos militares, pero en la que bullía el alma irreverente de una juventud que veía al país más allá de Cipriano Castro y de Juan Vicente Gómez. Desde muy joven Octavia Sáez se internó en las ingrimitudes de tantos pueblos, por caminos y caseríos y por pueblos en la búsqueda de la sobrevivencia familiar al lado de su amada tía Ramona., con quien compartía desde muy niña. Cuando cumple los 22 años se casa con Eustoquio Sáez, de quien enviudó pronto, antes de que naciera su único hijo Leopoldo Sáez Vidal., a quien ella hoy le sobrevive entre mares de lágrimas y recuerdos edulcorados en la infinitud del amor.

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